Trayectoria de la fundación

Wasmu es un sueño, un apasionante sueño de muchos años, pero también es trabajo, constancia, frustraciones, risas, lágrimas y especialmente mucho amor.

Como Fundación estamos naciendo al mundo, sin embargo, los profesionales que la componemos venimos de diferentes ámbitos de área social que, con dilatada experiencia, nos hemos asociado con el deseo común de aportar nuestra praxis en proyectos reales pero innovadores en la República del Ecuador.

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La cultura de paz para muchos es una utopía, a pesar de los avances que en diferentes lugares se han ido consiguiendo. Creemos en que formando y empoderando a nuestros niños y niñas, el futuro podrá ser más solidario, más comprometido y más humano. Creemos que lo que ya está escrito es una experiencia de la que aprender, pero que no es inamovible y que las personas por naturaleza podemos reinventarnos desde la resiliencia.

Alguien muy querido nos dijo un día que éramos como un baúl del que podía salir cualquier cosa, imprevisible, pero lleno de energía positiva por descubrir. Así, ha llegado el momento de abrirlo de par en par para construir un nuevo camino que se sustente en la justicia restaurativa,

Desde este nuevo paradigma, hemos iniciado un proyecto pionero que se dirige a tres objetivos claros: formar y capacitar, realizar trabajo de campo, e investigar sobre los resultados y difundirlos.

Pequeños cambios con gran diferencia

La verdad la burocracia y las promesas incumplidas han complicado obtener los fondos necesarios para iniciar el proyecto de la Fundación, así que decidimos apostar por el sueño a nuestra costa, con nuestros recursos económicos y personales, así como realizar alianzas estratégicas con otras asociaciones y fundaciones de diferentes países y buscar el apoyo de instituciones públicas, en especial del Consejo de Judicatura de Ecuador, para iniciar el proyecto base sobre el que sustentará todo nuestro accionar.

Ante todo agradecer al equipo Wasmu esta apuesta desinteresada y sin condiciones, a los responsables de las instituciones públicas y privadas su confianza y apoyo, y a nuestras familias su confianza y paciencia.

El 2020 nos ha sorprendido a todos con cambios radicales en nuestra forma de vida y nos ha enseñado a apreciar las pequeñas cosas y el contacto con los que nos rodean. Ha sido un año muy duro para muchas familias que han perdido a sus seres queridos, y también para otras que les ha dejado sin recursos para sobrevivir, por lo que sin duda somos afortunados quienes podemos retomar nuestros sueños sin grandes pérdidas.

El 2020 es un comienzo, un renacer y, éste, es nuestro tren... ¿nos acompañas en el viaje?